El otro día, viendo la tele en el plasma espectacular de mis suegros, me encontré con un anuncio que me dejó de piedra. Mira que voy conociendo a estos tipos, pero esto ya era de traca.
Yo ya sabía que a las japonesas no les va el sol ni un tantito asin. En verano (y no tan en verano) ves a gran cantidad de mujeres con sombrilla para protegerse del sol. Sin ir más lejos, y a cuento de otra cosa, lo comentaba rápidamente el otro día. Y no solo eso, sino que las ves con guantes hasta los codos (y en la primera foto de aquel post también se pueden apreciar).
Los orientales no saben que en occidente se considera que su piel es amarilla. Con razón, cuando se enteran, no lo entienden. Mi mujer es más blanca que yo de aquí a España y volver. Eso no quita que aquí tengan algunos problemas con los colores: los semáforos no son verdes, sino azules (aunque la luz sea del mismo color que la nuestra). La fruta que no está madura no está verde, sino azul. Y no hay forma de convencer a un japonés de que la luna es blanca. Aquí es amarilla y punto.
Pero el otro día descubrí que, para conservar la blancura de sus cutis, no solamene se emplean sombrillas y guantes. También hay mercado para lo que propongo llamar "el burka japonés". Ahí van las pruebas (mis disculpas por la calidad, tiré de móvil para inmortalizar el momento):
Sin entender japonés, las imágenes hablan por si mismas: Bloqueo del 99% de los rayos UV (no se por qué no es el 100%, con ese blindaje), se pueden adaptar unas gafas de sol, y abrirse las corinas que tapan el careto. Yo creo que si uno de estos días, a más de 30ºC y con un 70% de humedad, me encuentro con una señora que lleve esto, me quito una sandalia y se la lanzo aunque esté al otro lado de la calle. Prometido.
lunes, 15 de agosto de 2011
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