viernes, 12 de octubre de 2007

MENDOZA

El pasado fin de semana añadí otro sello al pasaporte, otra muesca en el revólver. Estuve en Mendoza, una ciudad de Argentina que está (relativamente) cerca de Santiago.




El viaje lo hicimos en autobús, aunque hay vuelo desde Santiago. Salimos la noche del viernes, porque son como cosa así de seis o siete horas. El tiempo depende de lo que te demores en la frontera, que está en el paso de los Andes. La pena fue llegar allí de noche y no poder admirar aquéllo. Tal vez en otra ocasión.

La carne: Muy buena y barata (más que la ensalada, y no es coña). El bife de chorizo (léase bife chorissso) de 500 gramos no es que sea un gran invento: es espectacular.

El vino: Abundante (Mendoza genera el 70% de la producción Argentina). El varietal típico es Malbec, aunque tienen de todo.

El futbol: River-Boca en ese fin de semana. Lo siguen hasta los gatos. Ganó River 2-0.

Las chicas: Guapa, guapa, guapa, guapa, fea (debe ser turista). Increible. Y sin tener en cuenta el acento, que dicen los "gourmets" que suma tres puntos a la nota.

Copas y discotecas: Lo siento, copas tomé una y me fui a dormir el sábado. El viaje me hizo polvo, y aunque me eché la siesta en un parquecito, me fui al hotel a eso de las 2am. Los boliches (las discotecas de allí) parece que dan el pego. Y con esas tordas no me extraña.

Lo divertido: Los imperativos y el frigopié


Lo curioso: La mayoría de los coches son bastante viejos, y los chapistas argentinos deben cobrar más que los futbolistas, porque hay mucho coche con los bollos arreglados pero sin pintar. Lo que es más raro es la abundancia de un clásico: El R12.



Lo mejor: Buenos precios, muy buen tiempo, la carne y las mendocinas (que no la carne de las mendocinas).

Lo peor: Perdí mis dos móviles en Argentina, el español y el chileno. Se me cayeron del bolsillo al sofá del hall del hotel mientras estaba allí sentado (esperábamos un bus para hacer un City-Tour viendo el River-Boca) y cuando llamé para que me los guardaran me dijeron que no estaban. ¿Se los quedó el del hotel?¿Algún cliente avispado? Nunca lo sabré. Así que ya sabéis, lectores, no tengo vuestros números y solo me acuerdo de algunos contados: Mandádmelos por correo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La pérdida de los móviles es uno de los peligros del furbol.
Patalín, genial!
Espero que la carne fuese magra, que me temo que a la vuelta a la madre patria (por cierto, qué tal por allá el día de la raza?) vuelvas por tus orondos fueros y dejes de estar polvorón.

Anónimo dijo...

Si ya tenía claro que tengo que ir a Argentina, ahora creo que debo vivir allí.

¡Grande el post!

Anónimo dijo...

Cheeee boludo