Un dulce muy típico en Japón es el llamado castela o castera (a los japoneses les suena igual una cosa que la otra, no distinguen entre el sonido de la erre suave y el de la ele). Lo curioso es que es un dulce español. Lo que en mi pueblo se ha llamado bizcocho de toda la vida.
La cosa es que, cuando los portugueses llegaron a Japón en el siglo XVI (cuando realmente eran parte de España, en tiempos de Felipe II), introdujeron el tabaco, las armas de fuego, las calabazas... y el bizcocho. Lo que pasa es que los portugueses lo llamaban pão de Castela (Pan de Castilla). Y de ahí el nombre.
El más famoso es el de Nagasaki, porque ese era el puerto abierto al comercio con los portugueses, aunque se hace en todo Japón. Era popular entre los marineros porque se conserva durante bastante tiempo.
Se suele vender en cajas alargadas y es bastante carillo. Pero está MUY bueno: los japoneses le han cogido el punto muy bien, y suele ser de una textura muy fina. Hay versiones de té verde y otras más, pero el normal es el que triunfa.
En las ferias y festivales japoneses, o en puestos callejeros, se puede ver una versión lamada baby castera, que es una versión que se puede comer de un bocado hecha en unos moldes con distintas formas. El otro día, en nuestra visita al Kobe Luminarie, comimos de estos:
Pero vamos, que hay de todas las formas imaginables (solo depende del molde en el que se echa la masa). Así, son típicas las que tienen forma de Doraemon o, incluso, los "pitos de castera".
miércoles, 15 de diciembre de 2010
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