lunes, 20 de febrero de 2012

CUARTA PARADA: IGUAZÚ (I)

En nuestro periplo por Brasil, teníamos por delante cosas muy interesantes que ver. Desde mi punto de vista, lo que va en esta entrada es de lo más impresionante que he visto en mi vida: Las cataratas de Iguazú.

Vista parcial de las cataratas


Las cataratas de Iguazú están en la frontera de Argentina con Brasil. Nosotros nos alojamos en el lado brasileño, en Foz de Iguaçu, pero visitamos los dos lados como está mandado. La cosa es que en cada lado de la frontera hay un parque donde disfrutar las cataratas, y ambos tienen su aquél. La mayoría de las cataratas están en el lado argentino, por lo que desde este lado se ven más de cerca. Desde el lado brasileño, se tiene acceso cercano a la Garganta del Diablo, la más grande de todas, pero la lejanía del resto hace que tenga unas vistas panorámicas que no son de despreciar. Así que, un día lado argentino; la mitad del siguiente, el lado brasileño.

Nada más entrar al parque del lado argentino, un coatí nos daba la bienvenida. Veríamos muchos más durante nuestras visitas a los dos lados de las cataratas. No son violentos, pero si salvajes. Se recomienda no tocarlos ni darles de comer.

Coatí


El ancho del río en el lugar donde se dan las cataratas es de casi tres kilómetros. Esto es, hay tres kilómetros de cortinas de agua de hasta ochenta metros. Es difícil abarcarlas todas en una sola foto. Pero las puedes ir sacando a plazos...

Y venga agua


Por las cataratas de Iguazú cae en dos horas y media el equivalente al agua que bebe toda la humanidad en un día.

Más cataratas


El lado argentino tiene varios circuitos con diferentes perspectivas. Uno de ellos incluye cruzar el río hasta una islita en la que hay unas pasarelas que te arriman mucho a uno de los grandes saltos. En el lugar donde se cruza, el río hace una especie de playa, y la gente no se corta un pelo para darse un chapuzón, especialmente con el día que nos hizo.

Playita fluvial


Nosotros queríamos ver lo más posible, así que no nos dimos ese lujo. El lado argentino tiene tres circuítos. Hay uno que va por la parte de arriba de las cataratas. Dicen que es bueno para ir abriendo boca, pero nosotros nos lo saltamos. Nos fuimos directamente al que va por la parte de abajo, en el que se ve lo mismo pero mucho más impresionante. Hicimos un descanso para comer, y nos visitaron los coatíes y algún que otro amiguete más.

Un lagarto, a ver si cae algo


Para ir al tercer circuito hay que tomar un trenecito (que dicen que es ecológico), que te lleva a la parte de alta del río, para ver la famosa Garganta del Diablo.

El trenecito "ecológico"


Una vez llegados a la zona, hay que andar sobre el río por unas pasarelas metálicas durante algo más de un kilómetro. En esa zona, el río parece muy tranquilo, y las aguas fluyen bastante lentas. En la imagen se ve un brazo del río. Más allá de la arboleda de la izquierda había más río.

Pedazo de río, señora


Y entonces, como si hubieran quitado un tapón de desagüe... ¡¡La Garganta del Diablo!!

La Garganta del Diablo

Con su arco iris y todo


La vista desde la garganta hacia el curso bajo del río también es impresionante.

Vista del curso bajo desde la Garganta del Diablo


Con la memoria llena de imágenes sobrecogedoras (y no solo la memoria de las cámaras, aunque también), nos volvimos para Brasil. Como no podía ser de otra manera, completamos el día con un problema en la furgoneta con la que habíamos contratado la excursión. Una vez pasado el control de pasaportes de salida de Argentina, y en el tramo de tierra de nadie hasta llegar al control de entrada en Brasil, nos quedamos tirados.

La furgoneta dijo basta


El chófer tiró de móvil y nos acabó colocando en otra furgo con mejor pinta que la que habíamos contratado nosotros. Solo tuvimos que esperar un ratillo, y nos completó el viaje con una anécdota más. El día había sido espectacular, con el sol pegándonos de lo lindo, y sus efectos se hicieron visibles nada más llegar a nuestro alojamiento...

Vaya si picó el sol ese día...

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